Por Gustavo Lainette: Activista polĂtico-social y fundador de Resistencia Venezolana, ONG
El estado MĂ©rida atraviesa una de las peores emergencias de los Ăşltimos tiempos. Las lluvias han azotado con fuerza el páramo, dejando a cientos de familias en condiciones crĂticas. Pero más allá del desastre natural, lo que vivimos es la consecuencia directa de años de desidia, improvisaciĂłn y desprecio por la vida.
Desde Resistencia Venezolana nos hemos activado como sociedad civil, con fuerza y convicciĂłn. Gracias a nuestras redes de apoyo en comunidades organizadas de Caracas —Caricuao, Macarao, Capuchinos, El Valle, Coche, San MartĂn, El ParaĂso y otras zonas populares del oeste— logramos reunir insumos esenciales: alimentos, agua, ropa, cobijas y medicinas. Ya son tres camiones completamente cargados que están en camino a MĂ©rida. Y lo hacemos sin estructura estatal, sin propaganda, sin cámaras… solo con compromiso real.
Mientras tanto, el régimen actúa con la arrogancia de siempre: entorpeciendo la ayuda, amenazando a quienes colaboran y poniendo trabas a los que intentan tender una mano solidaria. En lugar de facilitar, estorban. En lugar de prevenir, improvisan. En lugar de gobernar, manipulan.
Esta tragedia pudo tener un impacto mucho menor si se hubiesen hecho las cosas bien. Pero en Venezuela no existe ningĂşn tipo de planificaciĂłn para la temporada de lluvias. Los drenajes están colapsados, las quebradas y rĂos no reciben mantenimiento, y la vialidad rural sigue siendo un desastre. Todo esto ha contribuido a que el agua no encuentre cauce y termine arrasando con todo a su paso.
Y no olvidemos algo clave: Venezuela contaba con un programa nacional para la conservación de cuencas hidrográficas, con respaldo internacional. Pero fue eliminado por Chávez, arrastrado por su discurso antiimperialista. Hoy, dos décadas después, estamos pagando el precio de esa visión mezquina.
Esta tragedia no es solo climática. Es estructural, polĂtica y humana. Es el reflejo más crudo de un paĂs gobernado por quienes solo se preocupan por mantenerse en el poder, mientras los ciudadanos mueren esperando respuestas.
Pero desde abajo, desde las calles y las comunidades, seguimos organizados. Seguimos activos. Seguimos firmes.
Porque aunque nos quieran dividir, la fuerza del pueblo organizado es más grande que cualquier dictadura.
Esta es una lucha por la vida.
Venezuela nos necesita. Y no vamos a fallarle.